viernes, 10 de julio de 2009

No se puede ser honesto

DÍA XXXII. DeC.

Simpre he sentido especial admiración por la gente que es capaz de hacer su trabajo con total, o casi total, honradez.
Mi primo acaba de dejar el curro. Después de cinco años en la Facultad de Biología y más de dos de prácticas como becario (por cierto, apoyaba un proyecto para que un catedrático publicase los resultados sin un pequeño agradecimiento), consiguió un trabajo que era la envidia de sus ex compañeros de facultad. Simplemente era biólogo.
"Joder que ilusión", se expresaba con una caña en la mano. "He tenido una potra", era su argumento de hace pocos meses.
Iba a hacer informes de impacto medioambiental. Por ejemplo, si una carretera tenía que pasar por una zona cualquiera, 'el primo' sólo tenía que elaborar tres tipos diferentes de informe. Del más respetuoso, al menos. Casi siempre, sin excepciones de hecho, escogían un cuarto: ese que está unos cuantos puntos por debajo del menos respetuoso.
"Era imposible hacer el trabajo honestamente", se lamentaba con unas cuantas cañas más encima días después. "Joder que mierda". Sabía que, hiciera lo que hiciera, por mucho que aplicará todos los criterios respetuosos con el medio, el político de turno elegiría la carretera con arreglo a un sólo orden: el dinero.
Deberían de explicar estas cosas antes de hacer cualquier carrera. Habría menos universitarios, y seguramente menos infelices.
Aún así, todavía quedan héroes, o tal vez locos. Ahora repone en el Decathlon, pero se toma las cañas igual de tranquilo. Es mi primo más 'primo'.

2 comentarios:

Susana dijo...

Me encanta la etiqueta de esta entrada: "honradez, universidad". Un besote.

Anónimo dijo...

Ole por tu primo y a ti gracias por contarlo.