martes, 25 de mayo de 2010

Dos años después de la crisis, se bajan el sueldo

DÍA LVII. DeC.

Cuando la cifra de parados supera los cuatro millones y la política del país la dicta el Fondo Monetario Internacional (ese ente liberalizador), nuestros mandamases optan por dar ejemplo. O al menos eso interpretan los medios de comunicación: El Mundo ("Los cargos públicos se bajan el sueldo después de dos años de crisis") o El País (Los diputados y senadores se bajan el sueldo un 10 por ciento, y los alcaldes, hasta un 15 por ciento).






Es una táctica más que previsible: primero dan ejemplo y así justifican lo que viene después. Hace más de un año, en el Parlamento se congelaron el sueldo y ya hemos visto qué ha pasado. Ahora, toman medidas más drásticas. Pues ya sabemos qué es lo que va a pasar.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Manolo Lama, ese machote

DÍA LVI. DeC.

Este mismo periodista estrella, le llamó mariposón al entrenador de Alemania, como si fuera un insulto. Ahora, a costa de un indigente, acaba una crónica mientras los compañeros le rien la gracia. Qué machote.

Los tiburones financieros eran funcionarios y pensionistas

DÍA LV. DeC.

Dijo en su momento el secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña, que se revisaría el pacto salarial para los empleados públicos con los sindicatos. Las vicepresidentas le corrigieron. "No se tocará nada relativo a la retribución", sentenció Elena Salgado.
Pues bien, hoy han bajado los sueldos un cinco por ciento a los funcionarios. La primera bajada en la historia. Además, se congelan las pensiones.
Zapatero había cargado contra los "especuladores" y "tiburones finacieros", pero su medida más sonada se dirige contra los trabajadores y la gente que ha trabajado toda la vida para poder pasar su vejez tranquilamente.
Los sindicatos anuncian movilizaciones, el FMI aplaude y al Partido Socialista Obrero Español (PSOE), se le acaban de caer la S y la O, y hay quien le discute la E.
Al no ser que los especuladores sean pensionistas o funcionarios, no se entienden estas diferencias entre discursos y medidas.

lunes, 10 de mayo de 2010

Aplaudidores en televisión

DÍA LIV.DeC.

A veces me cruzo con ellos en Plaza Castilla, donde esperan el autobús, justo al lado de una churrería con pinta de ambulante, pero que no deja de ser permanente. Llevan todos pintas de domingo, se les ve ilusionados y, de ser domingo, parecería que van a misa. No ejercen una profesión, aunque muchas de sus caras me son más que familiares porque todos los días, a la misma hora, esperan para montarse en el mismo autobús.

Son aplaudidores y aplaudidoras. Gente que va de un programa a otro de televisión para aplaudir, reir, llorar, ovacionar... mostrar emociones en definitiva, cuando toca y porque toca.

Hace una semana, en Prado del Rey, donde tiene su sede Radio Televisión Española y se graban varios programas, me encontré con uno de estos grupos que echaba un cigarrito antes de pasar el control de seguridad.

La señora más animada del grupo comentaba con otros dos señores que el programa de la mañana de televisión española era el que menos le interesaba. "Te parte el día", argumentaba, ya que se tenía que levantar sobre las 7 de la mañana y ni siquiera llegaba a casa para hacer la comida.

Confieso que entablé conversación con ellos con un deseo enorme de llegar a saber cuánto dinero ganaban. "La agencia nos paga 9 euros", me explicaba la señora que tenía un aire bastante resignado y que no parecía muy contenta con su labor.
Justo en el control, el ambiente era distinto. Gente de todas las edades, señoras entradas en años con la permanente recien hecha y parejas de jóvenes que se acicalaban por si acaso, no fuera a ser que la cámara les pillara y no estuvieran con la mejor de sus caras.

Todos, ya sea para un programa u otro, dependen de que las agencias les llamen. De que sean "personas serias", como ellos dicen, acudan puntuales, no les dejen tirados a última hora, y animen o se entristezcan cuando toque.

Y pensaba que, en el mejor de los casos, estarán unas cuatro horas diarias en un plató entre que les hacen sentarse y les permiten irse, más unas dos o tres de traslados. Es decir, que cubren una jornada laboral de cualquier ciudadano de a pie a cambio de unos 9 euros, y un bocata en el mejor de los programas. El resto de los beneficios se los llevará la agencia.

En algunos casos, por ejemplo para las series de televisión de prestigio, su función es todavía más fundamental, puesto que les sirven a los guionistas para ver que personajes y que chistes funcionan. Y aún así, su sueldo no será mucho mejor.

Sé que ellos preferirían pasar por público, pero a ese término le confiero algo de voluntad y espontaneidad. Prefieron llamarles aplaudidores.