lunes, 10 de mayo de 2010

Aplaudidores en televisión

DÍA LIV.DeC.

A veces me cruzo con ellos en Plaza Castilla, donde esperan el autobús, justo al lado de una churrería con pinta de ambulante, pero que no deja de ser permanente. Llevan todos pintas de domingo, se les ve ilusionados y, de ser domingo, parecería que van a misa. No ejercen una profesión, aunque muchas de sus caras me son más que familiares porque todos los días, a la misma hora, esperan para montarse en el mismo autobús.

Son aplaudidores y aplaudidoras. Gente que va de un programa a otro de televisión para aplaudir, reir, llorar, ovacionar... mostrar emociones en definitiva, cuando toca y porque toca.

Hace una semana, en Prado del Rey, donde tiene su sede Radio Televisión Española y se graban varios programas, me encontré con uno de estos grupos que echaba un cigarrito antes de pasar el control de seguridad.

La señora más animada del grupo comentaba con otros dos señores que el programa de la mañana de televisión española era el que menos le interesaba. "Te parte el día", argumentaba, ya que se tenía que levantar sobre las 7 de la mañana y ni siquiera llegaba a casa para hacer la comida.

Confieso que entablé conversación con ellos con un deseo enorme de llegar a saber cuánto dinero ganaban. "La agencia nos paga 9 euros", me explicaba la señora que tenía un aire bastante resignado y que no parecía muy contenta con su labor.
Justo en el control, el ambiente era distinto. Gente de todas las edades, señoras entradas en años con la permanente recien hecha y parejas de jóvenes que se acicalaban por si acaso, no fuera a ser que la cámara les pillara y no estuvieran con la mejor de sus caras.

Todos, ya sea para un programa u otro, dependen de que las agencias les llamen. De que sean "personas serias", como ellos dicen, acudan puntuales, no les dejen tirados a última hora, y animen o se entristezcan cuando toque.

Y pensaba que, en el mejor de los casos, estarán unas cuatro horas diarias en un plató entre que les hacen sentarse y les permiten irse, más unas dos o tres de traslados. Es decir, que cubren una jornada laboral de cualquier ciudadano de a pie a cambio de unos 9 euros, y un bocata en el mejor de los programas. El resto de los beneficios se los llevará la agencia.

En algunos casos, por ejemplo para las series de televisión de prestigio, su función es todavía más fundamental, puesto que les sirven a los guionistas para ver que personajes y que chistes funcionan. Y aún así, su sueldo no será mucho mejor.

Sé que ellos preferirían pasar por público, pero a ese término le confiero algo de voluntad y espontaneidad. Prefieron llamarles aplaudidores.

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